El Acueducto Brandsen, en funcionamiento desde principios de la década del 70, atraviesa un proceso de rehabilitación integral que lo convierte en una de las obras de infraestructura más importantes de la ciudad en los últimos años. Con un recorrido de 3.600 metros, desde la cisterna del parque Independencia hasta la intersección de Chile y Undiano, su reconstrucción busca mejorar de forma significativa la distribución de agua potable, beneficiando a sectores como Ingeniero White y General Cerri.
En los últimos meses, las tareas de recambio de componentes han generado cortes de tránsito y bajas de presión en la red. La semana pasada, gran parte de la ciudad experimentó interrupciones debido al reemplazo de una de las 30 válvulas que deben renovarse. Estas piezas, de gran tamaño y peso, requieren un trabajo artesanal para su desmontaje y una instalación precisa de los nuevos repuestos.
El estado del acueducto había llegado a ser tan crítico que la prestadora Aguas Bonaerenses S.A. (ABSA) decidió su desafectación hace algunos años. Las roturas constantes, la dificultad para obtener repuestos y la complejidad de las reparaciones provocaban cortes prolongados y soluciones precarias. Esta salida de servicio agravó los problemas de presión y suministro, especialmente en épocas de alta demanda.
La licitación para la obra se realizó en febrero de 2023 y fue adjudicada por un monto de 1.151 millones de pesos (aproximadamente 16 millones de dólares de ese momento). Actualmente, los trabajos se centran en el reemplazo de accesorios, mientras que la reconstrucción de la cañería se ejecutará mediante un sistema innovador conocido como Cured in Place Pipe (CIPP).
Este método consiste en introducir una manga flexible de poliéster impregnada con resina en el interior de la tubería existente. Mediante presión de aire o agua, la manga se adhiere a las paredes y posteriormente se endurece con vapor o agua caliente, generando un nuevo conducto estructural que funciona de forma independiente a la tubería original. Esta técnica evita levantar el pavimento y realizar excavaciones profundas, reduciendo costos y tiempos.
El nuevo conducto mantendrá la misma capacidad de transporte, con un espesor diseñado para soportar el peso del terreno y el empuje de la napa, y un coeficiente de rozamiento que permitirá mejorar en un 38% la circulación del agua.
Según autoridades provinciales, la finalización de la obra está prevista para mediados de 2026. Mientras tanto, las intervenciones continuarán generando molestias temporales, pero el beneficio a largo plazo será decisivo para garantizar un suministro de agua más estable, seguro y eficiente para toda la ciudad.