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En un hecho que sacude los cimientos de la República, se ha producido la detención de Cristina Fernández de Kirchner, dos veces presidenta y actual figura central de la vida política argentina. Esta medida, más que una acción judicial, representa un ataque directo a la democracia, a la voluntad popular y al Estado de Derecho.
Nos encontramos ante una detención arbitraria, sin condena firme, sin respeto al debido proceso, y con claras motivaciones políticas. ¿Dónde quedaron las garantías constitucionales? ¿Dónde está la imparcialidad de la Justicia? ¿Desde cuándo disentir con el poder real es motivo para terminar tras las rejas?
Esto no es justicia: es persecución, es proscripción disfrazada de institucionalidad. Quieren borrar de un plumazo a la líder que transformó la Argentina, que amplió derechos, que enfrentó al FMI, que defendió a los humildes y que incomodó a los poderosos. Cristina no está presa por corrupta, está presa por valiente.
Se violaron todos los principios básicos de legalidad
- No hay condena firme.
- No hay pruebas contundentes.
- No se respetaron los fueros ni las instancias de apelación.
- Se utilizó a la Justicia como herramienta de disciplinamiento.
Esto no va a quedar así. El pueblo ya lo demostró mil veces: cuando tocan a Cristina, reaccionamos todos. No se puede encerrar a una idea. No se puede silenciar a millones con una celda.
No es sólo contra Cristina, es contra todos nosotros
Esta detención es un mensaje mafioso: “Si te plantás contra los intereses del poder económico y mediático, te perseguimos”. Pero no tenemos miedo. Sabemos quién es Cristina, sabemos todo lo que hizo por el país y sabemos que la historia la va a absolver, aunque hoy la quieran encerrar.
La verdadera Justicia llegará. Porque los pueblos no se rinden y la memoria no se borra. Cristina no está sola. Está con su pueblo, con la verdad y con la historia.